viernes, 11 de enero de 2013


Un mar de ilusiones lleno de desilusiones

Era un 13 de enero del año 2012, comienzo de año, y como todos, el entusiasmo se apoderaba de mi, el sol resplandecía en todo su esplendor, el mar era tranquilo, tan tranquilo que te llenaba de paz al solo contemplarlo, la brisa podía rozar tu cara, todas las personas que veía ese día por ese muelle majestuoso, se les podía ver la cara de felicidad y de paz al contemplar lo que yo por un día mas tenia la dicha de hacer.

El optimismo se apoderaba de mí, porque sin duda ningún viaje es igual al otro, personas distintas, las mismas esperanzas que tienen todos que deciden hacer ese viaje, para algunos con retorno, otros no corrieron con esa suerte, y la mía ¿Cuál sería? En ese momento lo ignoraba todo, no sabía lo que el destino me tenía preparado, nadie lo sabe, solo Dios, él es el que tiene nuestro destino escrito, me habían preparado para que nada de lo ocurrido hubiese pasado si todo se hacía como debía de ser. Fuerte y ágil a si me sentía y así estaba.
El gozo se apoderaba de mi corazón una vez más, así me sentía cada vez que me tocaba zarpar para llevar a todas a esas personas a lugares que en sus vidas habían ido y no solo eso, sino de disfrutar todo lo que en mi se encontraba, cine, teatros, piscinas de todo tipos, deliciosas comidas, y una cantidad de cosas que ni se imaginan, ¡tenían que estar ahí para vivirlo!, lo que si les puedo asegurar es que una vez allí no querrían bajarse de mi jamás y yo feliz.

 No se imaginan la felicidad que sentía al verlos a todos sonrientes como sol al amanecer y la tristeza que sentían al despedirse de mi me contagiaba, pero para mí siempre había esperanza, porque volvería a salir pero con 4500 personas más que iban con las mismas ilusiones que los anteriores.
Personas de diferentes nacionalidades, europeas, americanas, latinas, de todos los colores y las razas, allí no había distinción, todos eran iguales, todos gozaban de las mismas comodidades.
Algunos iban en grupos familiares, amigos o parejas, otros preferían ir solos, más de uno cruzo sus vidas con alguien que de seguro conoció ahí mismo, en ese lugar que de seguro nunca olvidarían, como yo no los olvido a cada uno de ellos, puedo recordarlos fácilmente, hay personas que vienen después de mucho tiempo a verme, por lo menos de lejos, con eso se conforman, algunos con sus hijos pequeños para contarles un poco de cerca las experiencias vividas, y para darles esperanzas de que ellos quizás podrían vivirlas algún día, quien sabe, entre 20 o 30 años más, con mucho mantenimiento, seguro yo hubiese seguido activo y feliz en llevarles felicidad a ellos también que es lo que me gusta más y mi deber.

Nada fácil llevar a 4500 personas, más que el titanic, ¿lo recuerdan? Ese que al igual que yo zarpe hace 100 años a llevarles alegrías a 2500 personas que confiaron en el, pero eso solo duro cinco días, no lo culpo, no fue su culpa, quizás su destino era ese, pero, ¿el mío? ¿Cuál era el mío? Aun no lo entiendo, no logro comprenderlo.

Nunca me imagine que eso pasaría, era mucho tiempo de experiencia, muchos viajes, a los mismos sitios que nunca se volvieron rutina, cada viaje era una experiencia distinta, pero todo cambió en un abrir y cerrar de ojos, así como cuando ves a las aves volar que no te das cuenta cuando abren o cierran sus alas, de esa misma forma paso, no sé en qué momento me cambiaron el rumbo, bueno, si sé, lo que no se es por qué me deje llevar, me sentía confiado, yo confiaba mucho en él, confiaba tanto como un hijo en su padre, a ciegas, eran muchos momentos compartidos y como todos, nunca me imagine su traición, traición que me duele y llena de nostalgia.

En este momento no me duele tanto lo que paso conmigo, sino lo que sufrieron los demás, al principio todo fue bueno hasta  ese instante en que él decidió hacer el desvío hacia esa isla, isla que veía desde lejos y que solo con sonar mi corneta desde la distancia me sentía complacido pero él no solo se conformo con eso, ese día por razones que aun desconozco y que me gustaría que en algún momento me explicara decidió acercarme aun mas, sabiendo el peligro que corríamos.
Estaba tan feliz que tampoco medí las consecuencias, por eso, a veces me culpo de lo sucedido, he escuchado que dicen por allí que es malo tomar decisiones estando feliz, quizás fue eso lo que nos paso, estábamos tan felices en ese momento que también me deje llevar y pasó, lo que nunca me imagine, lo que nunca debió pasar, pasó, en ese momento, en ese instante en un abrir y cerrar de ojos.

Veía como nos acercábamos, me imaginaba todo bonito, nos acercamos, saludo aun más de cerca, en tanto tiempo nunca lo había hecho, ¡no va a pasar nada! me decía, pero la cosa no fue tan bonita como me imagine, lo peor ocurrió.

No lo pude evitar y él tampoco, cuando percatamos ya era demasiado tarde y no pude hacer mas nada, solo cerré los ojos y ahí quede, al frente de esa isla, Giglio, nunca se me olvidará su nombre, hasta ahí, hasta ese momento llegó mi historia, allí fue mi capítulo final y para mi lamento, el capítulo final de muchas personas que subieron con ilusiones y jamás la volverán a tener, o como aquellos que al igual que ellos subieron ilusionados y en este momento la tristeza los invade, así quede, solo para la historia de mi país, Italia, y quizás para la historia del mundo, ¿ cuánto tiempo volverá a pasar para que algo igual a esto vuelva a suceder? ¿100 años más? ¡Ojala nunca más pase!, no quiero que otros como yo, y muchas personas más pasen lo que yo pase y vivan las experiencias que mis pasajeros vivieron.
Nadie se había dado cuenta de la magnitud del problema, el decía que todo estaba bien cuando paso, pero no, lo peor estaba por venir. Angustia y desesperación se veía reflejada en sus caras después de un rato, el momento era cumbre y el reloj estaba en nuestra contra, cada minuto, cada segundo era vital para cada uno de ellos, ¿y yo? Observando sin poder hacer nada, hundiéndome en un mar de tristezas por lo sucedido, esperando lo peor, ya no había vuelta atrás, el mal estaba hecho y con él las consecuencias.

Tenía esperanzas de que todos quedaran a salvo, mi desesperación aumentó al ver que no trajimos suficientes botes salvavidas y mi cabeza se llenaba de dudas e incógnitas, esperaba que cuando llegara el último momento, todos, absolutamente todos estarían a salvo, contemplando mi último instante fuera del agua, pero no paso, mis esperanzas eran cada vez menos al ver personas saltar al agua, personas de edad avanzada incluso, en el momento de la desesperación no median sus aptos y es entendible, creo que yo también hubiese hecho lo mismo si hubiese podido, pero mi final era otro.

La rabia se apodero de mi, al verlo a él a salvo, viendo como se trasladaba a tierra firme y yo aun ahí, con personas que no encontraban que hacer y que se quedaban en ese sitio donde sus vidas corrían aun más peligro, pero ni modo, me tocó a mi vivir esa experiencia, justo a mí, así lo quiso Dios y no puedo devolver el tiempo o lamentarme, ya es demasiado tarde.

El tiempo pasaba lento, el agua comenzaba a entrar sin medida, llevándose todo lo que encontraba en medio, las personas que aun no lograban desalojar arriba, esperaban  una oportunidad para hacerlo, esos momentos quedarán en sus recuerdos por el resto de sus vidas al igual que en la mía, fueron momentos cumbres para todos los que vivimos la experiencia.
Por lo menos, mucho más de la mitad logró salir con vida de todo esto y eso me alegra, solo un cuarto de personas lamentablemente no corrieron con la misma suerte. ¿Qué pasará por la mente de todos estos que salieron con vida? Seguro al igual que yo su mente está llena de dudas, pero solo Dios sabe las razones de porque vivimos esto.

En vez de un buen recuerdo, seguro seré un mal recuerdo para ellos, y con toda la razón, aunque la culpa no fue mía, de esta forma siempre me recordarán, ¡hice historia!, no como quería pero la hice, cuando haces mil acciones buenas la mayoría de la gente ni te recuerda, cuando haces algo malo por eso te recordaran por siempre, así quede yo, así viviré en sus mentes, solo quedará el recuerdo de lo que en algún día fue, el majestuoso crucero Costa Concordia.

Tibairy Jimenez

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